El fin de curso no implica una alegría completa hasta que llegan las notas que confirman los buenos resultados, y un merecido descanso estivo… Una vez que el curso escolar termina, las notas son las que dan el aprobado definitivo para un verano de relax, el pase definitivo hacia las vacaciones.
No todos los alumnos consiguen este “pase hacia las vacaciones”, los suspensos son una opción más dentro de las posibilidades de resultados del curso. El suspenso es un aviso de que los contenidos del curso no se han adquirido y un mensaje claro de que, después del parón veraniego, hay que demostrar que estos contenidos se han aprendido. Pero más allá de la asimilación del proprio suspenso, con todo lo que ello conlleva, para muchos alumnos este tropezón es el primer suspenso.
Rabia, enfado, tristeza, desilusión son algunos de los sentimientos a los que se enfrentan los padres, pero también los niños que sufren su primer suspenso… Cómo afrontar el primer suspenso en casa puede ser clave para evitar que la situación se repita y, además, para evitar que el verano de relax se convierta en un verano de estrés para toda la familia.
Cómo afrontar el primero suspenso
Un suspenso no es algo que aparezca de repente, es decir, que había indicios y pistas que apuntaban a que era una opción posible y quizás, este resultado sea un aviso de que no había que dejarlo pasar o de que había que haber reaccionado de forma activa más allá de regañinas y amenazas. Con lamentarse y mirar para atrás poco se arregla, aunque de todo se aprende y, si en su momento no se pusieron los medios para evitar el suspenso, ahora es el momento de tomar las medidas oportunas…
Contar hasta 10… o hasta 100, ¡o hasta 1000!
El primer impulso lógico es reñir y culpar al alumno, castigar a un verano de reclusión y estudio y culpabilizarse por no haber previsto una situación así. Pero, antes de condenar a toda la familia a un verano de “mal rollo” (que pocos resultados obtendrá en motivos de suspenso) es mejor armarse de paciencia y evitar una rutina que hará un flaco favor a todos.
Empezar por el principio
El primer paso es saber qué ha pasado y dónde está el problema. El primero con el que hay que dialogar es con el propio afectado por el suspenso, pero dialogar, ¿eh? Escuchar sus razones, escuchar sus motivos y también escuchar cómo se siente al respecto, si se actúa así, sorprenderá descubrir que el niño es el primer decepcionado por las malas notas, y el primer interesado en ponerle solución.
También es interesante hablar con el docente para determinar los motivos que ha considerado para suspender al niño, además el maestro o profesor puede dar buenas ideas sobre cómo afrontar el primer suspenso y convertirlo en un aprobado en septiembre.
Y por último, también habrá que hacer un poco de autocrítica entre todos los que se encarga de controlar que el niño cumpla con sus tareas escolares.
Los castigos, con cabeza
Que haya que abogar por el diálogo en lugar de las riñas, no quiere decir que haya que evitar el castigo... Eso sí, en lugar de castigar a toda la familia sin vacaciones o de castigar a los hermanos a un verano de pesadilla y mal ambiente en casa, es más adecuado pensar en hacer entender al niño que, igual que los aprobados tienen sus recompensas positivas, los suspensos también tienen las suyas…
Estudiar en sí no es un castigo, es solo la consecuencia de un mal resultado. Tener que invertir tiempo de sus actividades de ocio en estudiar, tener que madrugar en verano para realizar los deberes propuestos o, incluso, tener que aportar parte de su paga semanal de verano para las clases particulares pueden ser buenas formas de afrontar el primer suspenso y de hacer que entiendan que un mal resultado no implica solo una mala nota, sino que repercute en su verano.
¡Con actitud positiva!
El suspenso no es el fin del mundo y no debe convertirse en el centro del verano: ¡ni en el único tema del que se habla en casa! Ello no hará más que crear frustración en el niño o, por el contrario, darle el falso mensaje de que la atención hacia él aumenta cuando su actitud no es la adecuada.
El suspenso no es irreversible (y desde luego no es el fin de su carrera escolar). Un suspenso es una caída de la que hay que levantarse en septiembre y que, si se supera, enseñará al alumno una valiosa lección. ¿Qué ha suspendido? Pues sí. Pero en lugar de recrearse en el suspenso, lo que hay que hacer ahora es marcarse el objetivo de recuperar la asignatura.
¿Cómo se resuelve?
Hablar con el profesor debería haber dado buenos frutos en cuanto a orientación para el aprobado en septiembre, y lo más seguro es que haya sugerido tarea de refuerzo para el verano y clases particulares.
Por nuestra parte, un punto que no debéis olvidar: estudiar más, no significa estudiar mejor, así que recordad aseguraros de que su tiempo de estudio sea de calidad. Unas clases de técnicas de estudio para aprovechar mejor el tiempo del que disponen son siempre un excelente apoyo para el estudio, también en verano, además pueden ser una excelente recompensa al esfuerzo que hará en verano.