¿Cual es la evolución de la música?

El racionalismo, un fenómeno que se dio desde la primera etapa de la post guerra en un proceso de reconstrucción social, y el cual aborda el mundo musical más allá de una práctica cultural y natural, plantea nuevas vanguardias como el serialismo y la estocástica, conocimientos que dibujan la música como practica netamente científica a la función del hombre, como desarrollo social y la separación entre la música culta y público. Este concepto incursionado por personajes como Oliver Messiaen, Pierre Boulez, Karlheinz Stockhausen, Luigi Nono, Elliot Carter, entre otros; toma a la música como un campo el cual se debe complejizar teóricamente y se toma como un arte no significante, adoptando la posición argumentada de seis siglos de evolución musical en occidente, dejándolas a su macra desnudez como demasiada ciencia y falta de sensibilidad, la búsqueda de originalidad a toda costa, un rechazo de la historia y de la perspectiva histórica y la última siendo la razón principal de este escrito, la falta de respeto al orden natural de las cosas.

Objetar en el concepto de racionalismo se torna difuso, con falta de claridad y con un aire incansable por confundir la naturaleza y al hombre común en cierto sentido, posiciona la música en un pedestal elevado y no disponible para mortales con oídos limitados, dejando la razón del criterio compositivo como inmortalidad y conocimiento sonoro para gustos exquisitos, alejando a la música de la interacción al receptor y de la solides tonal o modal; fenómeno que de una u otra forma venía presente desde el dodecafonismo y que ahora se interesa plantear a los músicos como la Elite Intelectual del siglo XX, convirtiéndose en una práctica científica más que cultural, llevándola al extremo de verla como netamente conocimiento matemático, teniendo en cuenta el estudio de la maza sonora, concepto de probabilidad estadística y el manejar la maza caprichosamente y al antojo del compositor.

Ya expuesto lo anterior y pretendiendo abordar el concepto de gusto desde la razón, tomando como punto de partida que el conocimiento humano en algunos campos es objetivo y el algunos subjetivo, se ve la razón como una práctica natural de cada individuo, independientemente del conocimiento que posea, sin segregar su condición intelectual y sin aislar su capacidad propositiva para cualquier campo científico, no siendo la excepción del arte, no condicionando la práctica a la teoría y desligarla de la razón emocional que posee cada sujeto, citando a Rousseau en qué cada hombre tiene un gusto particular, y tiene criterio para decidir el cual de las cosas las llama bellas y buenas en un orden que no le pertenece más que a él, uno ama la montaña, otro el mar, otro el pescado, otro la carne ¡Cuestión de gustos!, y no es verdad que esta palabra, por la impresión de lo que designa, tienda mil trampas a la buena voluntad de la razón. Aparte del concepto natural del arte el cual solo pretende generar una sensación al observador u oyente, independientemente de ser buena o mala dentro del criterio de cada sujeto, se toma como sensación.

La sensación humana varía, es el orden natural por el que pasa cada individuo de una comunidad; de esta misma forma pasa con la sensación en el arte; no se puede generalizar un concepto en el arte y menos en la música, aunque tiendo a tomar mi postura en que retóricamente ciertas obras pueden causar una mala sensación (ya sea sonido, ruido o sensación emocional). Y llego a este punto por que verdaderamente empiezo a pensar en que la razón de los compositores del siglo XX condiciona el orden natural de la música, encasilla los sonidos y limita la capacidad del interprete, obstaculiza la posibilidad de proponer dentro de la obra guardando el respeto por la intención del compositor y posiciona a este anterior como un personaje narcisista, curioso y ensimismado con ver el campo musical de forma netamente práctica, inherente a cualquier razón de una persona normal y la naturaleza misma. Es tan simple como decirle a un niño que siga o recree una melodía a partir de un sonido que yo reproduzca; la condición natural de la mente del niño será conducirla a grados estables y grados conjuntos dentro de la melodía, y no; no estoy planteando la música como la sensación más utópica del arte, pero si como una sensación natural que el mismo cuerpo va generando, que no fuerza, y que sobretodo; se va direccionando como naturalidad del sujeto. En este orden de ideas considero que la música nos hace esclavos de ella, y que por muy poético que suene generamos tendencia a seguir nuestra mente al momento de componer; justificado desde la teoría de los afectos de René Descartes.

Ahora, si los sonidos se generan desde la sensación humana, la capacidad para imitar y recrear y la condición emocional; no puedo negar, ni dejar al olvido que la razón también condiciona al sonido como fenómeno acústico, como energía y como un resultado de procesos científicos con los cuales se puede experimentar, no solo partiendo desde una serie de doce notas cromáticos, o de una serie pensada desde el tempo, la dinámica y varios factores del que hacer musical. Me condiciona a deliberar si la verdadera evolución de la música pasa a través de la razón como sensación o de la razón como conocimiento; genera más preguntas a este escrito de la misma forma en que el racionalismo complejiza la música culta ¿Qué libertad tiene el intérprete? ¿Qué sensación busca el compositor? Y quizá la más importante ¿Cuál es el resultado que se le da al espectador? Tanto caos, tanta disonancia, producen una completa tención que solo los músicos entendemos, que solo los músicos podemos analizar y que solo los músicos podemos debatir sobre lo que es bueno o malo. Desde cuando el músico se aleja del mundo real, o se esparce en su propia burbuja aislándose de la naturalidad humana, caigo a la misma discusión de la música para músicos y la música para el pueblo; y aunque estoy de acuerdo con la idea de músico como profesional y no como miembro de la burguesía, siento que tanta vanguardia sujeta al músico como un personaje burgués y lo aleja de la demás población, siento que la saturación de sonido convierte el arte en cliché, y que tanta ausencia de forma melódica no aporta al desarrollo de la música como campo científico, ni a la música como practica cultural.

Para finiquitar este escrito cabe aclarar, que como postura no estoy en contra de vanguardias como el dodecafonismo, serialismo integral o la estocástica; al contrario me parecen una herramienta científica y por qué no; una manera de jugar con la música, quizá aplaudo a la minoría que se dedicó a este estilo compositivo y manera de evolucionar forzadamente la música, admiro a personajes como Elliot Carter o Ianis Xenakis en mi campo, siendo el segundo el que más capacidad de asombro produce, desligando a la música de significado y proponiendo el concepto de componer por practica y sin el sentido poético que se le atribuye a la música; pero difiero el concepto general de racionalismo y de ver la razón como práctica científica, cuando el concepto de razón por naturaleza debería ser atribuido al cuerpo, a lo sensitivo y al criterio que el público puede procesar; es decir, no estoy de acuerdo con cerrar la música a los músicos, con cerrar la interacción que se da entre lo escrito e interpretado del instrumentista y la percepción del oyente, de limitar la experiencia pesante e inconclusa como sensación y como arte por molesto que sea, no estoy de acuerdo con el músico como personaje, considero una actitud verdaderamente narcisista y egoísta cerrar la investigación de la música y que una minoría desarrolle y absorba su propio contenido; por todo lo anterior mencionado en este escrito entre argumentos y pequeñas opiniones considero que la condición que genera el racionalismo en la música es lo contrario a la evolución. Verdaderamente si estamos bloqueando la sensación del receptor la música no está avanzando, al contrario retrocede. Como involución.

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