El aprendizaje de un instrumento musical una vez dejada atrás la infancia y la pubertad, supone un reto ilusionante para muchas personas, una actividad divertida y apasionante, y una fantástica terapia con la que se relajarán, y olvidarán parte del estrés diario provocado por la habitualmente agotadora vida profesional. La lista de beneficios es enormemente larga, pero para que la experiencia sea satisfactoria, y no caigamos pronto en el desánimo, (sobre todo si el progreso no va tan rápido como esperábamos) vamos a reflexionar antes sobre varios factores, tomando en cuenta algunas recomendaciones de todos aquellos profesionales que se dedican a la enseñanza musical.
Para empezar, tendríamos que analizar la realidad de nuestras expectativas, si nuestro sueño es tocar como simples aficionados y no pasar de un determinado nivel, o en cambio si tenemos la ilusión de poder tocar a un nivel alto, e incluso crear un proyecto musical en el futuro con serias aspiraciones profesionales. Una vez puesto todo esto sobre el papel y habiendo tomado una decisión, teniendo en cuenta nuestras capacidades reales autodetectadas (seamos realistas siempre), es el momento de dar viabilidad a nuestro proyecto y trazar el plan para poder iniciar el camino que nos lleve a poder disfrutar de la práctica musical.
El aprendizaje durante la edad adulta tiene una inmerecida fama de ser lento y poco productivo, siempre se recuerda que la época ideal para todo aprendizaje ocurre durante la infancia, y una vez pasado esos años la ventana de la oportunidad se cierra definitivamente. Nada mas lejos de la realidad, entendiendo que puede haber dificultades lógicas por razones de trabajo, falta de tiempo, vida familiar, salud etc. Lo cierto es que la determinación suele ser siempre mayor en una persona adulta que en un niño, este por regla general no tiene la fuerza de voluntad ni la autocapacidad de gestión que posee un adulto. Así que si esa persona adulta es capaz de dedicar un tiempo regular a la práctica musical con una tutela adecuada (profesor, escuela de música etc.) y sigue un plan de estudio adaptado a sus necesidades, los resultados llegarán más temprano de lo que esperamos. Las personas que se desarrollan lentamente y con voluntad, teniendo claro su camino una vez tomada la decisión, pueden llegar igual de lejos que otras, que tuvieron más facilidad y oportunidades desde el principio, al final cada mejora por muy pequeña que sea, es un indicador de que no estamos perdiendo el tiempo, y eso es sin duda un estímulo para seguir aprendiendo.
Asi pues, pongámonos manos a la obra, tengamos paciencia...¡y disfrutemos con la música!