La adolescencia es un periodo de vital importancia en la construcción de la propia identidad. Los estudiantes de secundaria emprenden la tarea de separarse de la familia de origen y tomar decisiones por sí mismos entre amigos y compañeros. La sociedad mediática les espera, ofrece un gran abanico de referentes culturales pero, sobre todo, incita al consumo. Consumo compulsivo de imágenes retocadas que cada vez apartan más el canon de belleza de la realidad. Narraciones posmodernas que muestran estilos de vida idealizados y superficiales y dificultan el diálogo interior.
El adolescente se abre al mundo y necesita desarrollar una identidad sólida con la que identificarse más allá de su propia imagen. Este proceso no es nada fácil, requiere de un acompañamiento emocional que facilite contención, apoyo y límites; y de un acompañamiento técnico que haga posible la exploración de los propios recursos creativos.
La educación artística entendida como un medio de expresión y diálogo con uno mismo puede convertirse en una gran ayuda en la construcción de la identidad durante la adolescencia. Creemos en una educación artística personalizada que ayude a cada estudiante a descubrir cuál es su don.
El arte, en cualquiera de sus disciplinas, ayuda a resolver conflictos internos mediante los procesos de simbolización. Con el acompañamiento adecuado, la creación artística en un espacio seguro de experimentación se convierte en muy terapéutica y permite al estudiante descubrir aspectos internos de su personalidad.
Crear nos ayuda a desarrollar habilidades del hemisferio derecho que cada vez son más necesarias para la educación de adultos integrados en la nueva economía global. El futuro de la sociedad occidental está en manos de emprendedores felices y autorrealizados que ya no venden su tiempo en tareas mecánicas sino que aportan valor a la comunidad. Y la única manera de aportar valor es conocerse a sí mismo y ser creativo.
¿Ser creativo es sólo pintar un cuadro? ¿Escribir un poema? Ser creativo es una habilidad transdisciplinaria, va mucho más allá de la práctica artística. Es encontrar nuevas soluciones a los retos planteados, tomar decisiones siguiendo la intuición, ser asertivo, tomar en serio el juego, como cuando los niños sueñan que vuelan con su nave espacial de cartón. Los niños son grandes emprendedores y grandes artistas de su vida, hasta que los adultos les dicen que aquello no es posible. La adolescencia es la rebelión del niño interior, que reivindica de nuevo su lugar en la sociedad y que, si no se siente contenido y aceptado, puede convertirse en un tirano destructivo.
La adolescencia es una etapa extremadamente creativa, aprovechémosla ofreciendo a los estudiantes soluciones educativas innovadoras que den cabida a aspectos poco valorados hasta la actualidad por el currículo oficial. La educación artística ofrece el espacio adecuado para la exploración y contención de las emociones, para el diálogo con el otro, para la celebración de la interacción y de la diferencia.
Una educación artística centrada en propuestas que combinan el aprendizaje de una técnica con la exploración interior ayuda a los adolescentes a reafirmarse como creadores en la sociedad, no sólo como consumidores.
Mónica Planas Esteve
Artista, profesora de plástica y arteterapeuta. Atelier de Somnis