Desafíos para los profesores y profesoras del siglo XXI

Según lo planteado por el blog del British School of Valencia el año 2017, existen ocho capacidades esenciales que el docente del siglo XXI debe adoptar y desarrollar: adaptarse a los nuevos tiempos, crear comunidades, potenciar el trabajo colaborativo, innovar, liderar, ser un narrador de historias (logrando captar la atención), diseñar experiencias de aprendizaje y educar con base en las relaciones personales.

Estos aspectos que se han vuelto tan desafiantes para los profesionales de la educación de este siglo fueron características esenciales por las que nuestra especie sobrevivió a la glaciación vivida en el paleolítico y que nos ha permitido perdurar en el tiempo, ha diferencia de los demás homínidos. El Homo Sapiens (Hombre sabio) es el homínido que data hace unos 200.000 años y del que descendemos todos los seres humanos y aunque conservamos su herencia genética, con el paso de los años, al parecer, hemos perdido las características que lo diferenciaron de otras especies extintas. La BBC News el año 2015, publicó en su sitio web, un artículo de la periodista Melissa Hogenboom, bajo el título “¿Por qué somos la única especie humana que todavía está viva?”. En este, la reportera recaudó información señalada en estudios de reconocidos investigadores de la Antropología y Ciencia Evolutiva, quienes plantean que algunas de las posibles razones de la supervivencia de la especie humana son:

  1. La capacidad de innovar: En este período, debido a los fríos extremos que se vivían, la caza y la recolección fueron actividades mucho más complejas que en períodos anteriores, por lo que el Homo Sapiens, a diferencia de los demás homínidos, tuvo la capacidad de flexibilizar su forma de vida, cambiando su alimentación dependiendo del contexto que enfrentara y modernizando sus técnicas y herramientas de caza, en respuesta a las nuevas necesidades. “Los humanos modernos parecían tener un número mayor de alternativas de solución frente a los problemas” (Hogenboom, 2015)
  2. La creatividad y el arte como herramienta comunicativa: El hombre, a diferencia de los demás homínidos complejizó su capacidad comunicativa y lingüística, utilizando el arte como una oportunidad de traspasar su sabiduría a las siguientes generaciones. Evidencia de esto es el descubrimiento de esculturas y pinturas similares, realizadas por esta especie, en diferentes lugares del planeta. De modo, que el traspaso de la sabiduría adquirida se realizó por medio de relaciones interpersonales.
  3. El comportamiento social y cooperativo: El Homo Sapiens a diferencia de las otras especies desarrolló fuertemente aspectos casi nulos en otros homínidos, la necesidad de la vida en sociedad y la capacidad de trabajar en equipo, profundizando con esto las unidades sociales y respondiendo a las necesidades de su especie más que a intereses particulares. Entendió la vida social y el trabajo cooperativo como una oportunidad para enfrentar y transformar sus condiciones de vida.

Entonces, si estas características son las que nos definen como especie y nos permitieron llegar hasta aquí ¿por qué hoy se han vuelto un desafío para el profesor y para los alumnos (as)? Muchas podrían ser las hipótesis respecto a esta temática. Una de ellas tiene que ver con el enfoque educacional de adoctrinamiento que ha adoptó la educación.

En el período de la Segunda Revolución Industrial, aunque se mejoró el estilo de vida de las personas, permitiendo un mayor acceso a la educación, bienes materiales y urbanización, se empobreciendo el valor de lo inmaterial (el espíritu innovador, creativo, descubridor, cooperativo, empático y social), aquello que nos heredaron los primeros hombres sabios (Homo Sapiens).

De la mano de la industrialización y del trabajo en serie, la educación impartida a la población logró reducir a niveles aún más bajos las características antes señaladas de nuestra especie, fomentando un estado pasivo y replicante en los ciudadanos de las clase obrera y baja, quienes, al vivir en condiciones desiguales por las injusticias socioeconómicas de la época y la desvalorización del hombre y su labor, no fueron capaces de afrontar su contexto, conformándose con existir, tal como lo hicieron los Homo Neandertales, coetáneo del Homo Sapiens. Estos, a diferencia de las complejas habilidades del hombre sabio, solo "cazaban, cocinaban, dormían, tenían sexo y se recreaban. […]” (Hogenboom, 2015) por lo que terminaron extintos.

Las clases más bajas de principio del siglo XX se dedicaron a sobrevivir a los efectos de la desigualdad económica, en las clases obreras el crecimiento de la capacidad adquisitiva contribuyó a que el parecer tuviera más relevancia que el ser y en la burguesía se vivió la carrera industrial, ya que el tener dinero e industrias era directamente proporcional con el poder sobre el contexto y las clases inferiores. Con la llegada de la tercera revolución (tecnológica) la situación socioeconómica de la población no ha cambiado, puesto que, aunque la forma se ve mejor (calidad de vida) los problemas de fondo siguen presentes, siguiendo la lógica de que a mayor desarrollo y acceso al conocimiento mayores han sido los distractores. Esto ha permitido el desarrollo de una sociedad pasiva y dependiente, en la que los conceptos de autonomía, proactividad, autoaprendizaje y otros tanto que signifiquen hacerse cargo de uno mismo, están muy lejanos de ser apropiados por los estudiantes, sin distinción de clases. Aunque, sin duda alguna mientras más baja sea la situación socioeconómica, los estudiantes sufren consecuencias todavía más nefastas, ya que por las características y bajas expectativas de su entorno terminan siendo absorbidos por el determinismo social, lo que conlleva la pérdida del valor de la educación, el aprendizaje, los sueños, las pasiones e incluso la motivación y expectativas de vivir. Frente a esta realidad, muchas desesperanzadora, innumerable son los desafíos.

Ahora bien, para que los docentes y estudiantes avancen hacia la recuperación de las características innatas de nuestra especie, planteadas al inicio de este trabajo, es necesario en primer lugar que logren apropiarse de las actitudes y valores que fueron perdiendo en el camino, volviendo al enfoque ilustrado de la educación del que habla Chomsky, según lo planteado en el texto: Reflexión sobre los propósitos de la sociedad y la educación actual (2014). Puesto que, si nuestros estudiantes se resisten a aprender, porque no encuentran valor en esto, difícilmente alcanzaremos aprendizajes significativos con ellos y menos verán en el aprendizaje una herramienta para transformar la sociedad en la que viven, que es mucho más importante que simplemente responder a la necesidad y adaptarse a esta. Docentes conscientes de que los estudiantes no son solo su cerebro, sino que son seres complejos compuestos por cuerpo, mente y alma son los que necesita el sistema educativo del siglo XXI. Se vuelve fundamental la integración de la educación emocional y las inteligencias múltiples. Trabajar para que logren ser ellos los gestores de su futuro y no se rindan ante las bajas expectativas del medio en el que viven. Porque, es verdad que este siglo ofrece mejores condiciones a sus ciudadanos que las de los períodos anteriores, pero también es cierto que ante el aumento de posibilidades existe un aumento de limitantes y es eso lo que el docente debe permitir que el estudiante transforme por medio de la motivación, el esfuerzo y el aprendizaje. Por todo esto, devolver el valor a lo inmaterial, al aprendizaje, por medio del desarrollo de actitudes, ha de ser el primer y mayor desafío de este y cualquier siglo.