La educación: llegar a ser lo que ya se es de forma innata

La educación consiste esencialmente, según términos aristótelicos, en pasar del ser en potencia al ser en acto, es decir, en convertir las potencialidades e inclinaciones con las que todas las personas venimos al mundo en capacidades y aptitudes reales que nos servirán para realizarnos en el mundo adulto como personas y como profesionales. O lo que es lo mismo, la educación consiste en llegar a ser lo que ya se es, en pasar de la oruga a la mariposa, de la semilla al árbol.

Las claves para poder hacer que la educación sea efectivamente lo que debe ser pueden ser, entre otras, las siguientes:

1. Atender a las individualidades y a las inclinaciones de cada individuo. Cada individuo de forma innata presenta casi desde el principio unas inclinaciones diferentes al resto, no es una cuestión de sexo, a pesar de que este es un elemento que puede influir en cierto grado en el desarrollo de su personalidad. La importancia que tiene el atender a estas inclinaciones innatas radica en que al respetarlas lo que se está haciendo es sacar el máximo partido al equipaje innato del individuo, en lugar de intentar imponerle algo que le es ajeno.

2. Adaptar los medios educativos, en la medida de lo posible, al ritmo con que cada individuo adquiere los conocimientos.

3. Ser conscientes de que en una sociedad hacen falta muchos perfiles diferentes, no necesitamos solamente médicos o economistas, sino que también son fundamentales, por ejemplo, artistas o filósofos.

Se podrían enumerar más claves de este estilo, pero estas tres son un buen comienzo desde el cual partir.

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