Como padres siempre se desea que los hijos desarrollen sus asignaturas, y culminen su ciclo escolar, con el mayor éxito posible. Es importante reconocer cuales son sus fortalezas y habilidades para encontrar el mejor camino para apoyar, incentivar y reforzar las mismas.
Teniendo conciencia de ellas, los estudiantes también ganan confianza en sí mismos, a la vez que dirijen su interés hacia las asignaturas de manera más natural y orgánica. La clave del éxito, no sólo en el ámbito estudiantil, sino en cualquier área de la vida, es la motivación. Cuando un estudiante muestra su fortaleza, (y los padres, la reconocen y apoyan) de manera casi inmediata, es capaz de buscar la motivación necesaria para seguir un camino que le demuestre que puede alcanzar muchos objetivos aplicando los concomientos adquiridos.
El papel de los padres es fundamental en el éxito acádemico de los niños y adolescentes, siendo el principal responsable de la escucha y atención para ellos. Ante el reconocimiento de estas habilidades, lo primordial es entender que ratificándolas se garantiza el bienestar y la salud mental de los estudiantes.
Muchos estudios demuestran que una de las causas de deserción o falla escolar es la falta de conocimiento de las propias fortalezas, y la segunda es la voluntad de implicarse directamente y con motivación a ellas. Por miedo o creación de falsas expectitivas (propias o de los padres) los estudiantes no se sienten identificados con las asignaturas que cursan e incluso piensan que no son útiles en ningún caso.
Algunas de las pistas para determinar cuales son las habilidades de los adolescentes, además de seguirle de manera atenta sus calificaciones en las distintas materias, es ver en cuál actividad se desvuelven de manera más alegre, más eficiente y de manera por supuesto más natural.
Por encima de todo, se puede contar siempre con tres herramientas: apoyo, seguimiento, y por último pero no menos importante, asistencia y refuerzo escolar.