Mis muchos años de experiencia como profesora particular me permiten afirmar que sí, en bastantes casos.
No siempre que el alumno suspende el idioma u otra asignatura es debido al poco trabajo o escaso rendimiento de éste, o a dificultades en la comprensión. A menudo, a estos factores se añade una mala actitud del alumno en clase: mal comportamiento, responder reiteradamenteal profesor, interferir en el trabajo de los compañeros...Nadie se llevará las manos a la cabeza frente a los problemas de disciplina a los que se enfrenta hoy en día el profesorado.
Cuando llega el alumno a la clase particular, el profesor nos siempre va a descubrir estos elementos en un primer tiempo. A veces se necesitan varias clases para poder entender la problemática, que no es únicamente de índole académica.
Pero cuando ya estamos frente al problema, ¿qué se puede hacer?.
Personalmente, cuando me he enterado por el propio alumno y, en ocasiones, por ciertos comentarios de padres, mi "implicación" ha dado buenos resultados. El hecho de aconsejar unos cambios básicos tanto en el comportamiento como en la actitud del alumno (frecuentemente pre- adolescente o adolescente) suelen desembocar el resultados muy positivos. No se trata de "educar" sino de acompañar razonando para que él mismo se dé cuenta del problema y sea capaz de corregirse. La mano izquierda del docente así como sus capacidades psicológicas harán que una asignatura que parecía "echada a perder" vuelva a cobrar valor y sea, incluso, gratificante para el alumno.
El típico "el profe me tiene manía" o "no empatizamos nada" se puede convertir en una relación mucho más sana y productiva.
Particularnete, en francés, he tenido casos cuya evolución a lo largo de un curso ha sido sorprendente. Y principalmente gracias a este cambio de actitud, que si el alumno es capaz de poner en práctica, le supondrá una mejora evidente en toda su trayectoria académica.