El latín fue la lengua oficial del Imperio Romano, la lingua franca de las naciones europeas durante la Edad Media, y además la lengua de los humanistas del Renacimiento. Su universalidad como lengua milenaria le ha permitido gozar de buena salud incluso en nuestros días.
En mis años de experiencia como profesor de latín y griego he podido detectar que la inmesa mayoría de alumnos tiene dificultades en aprender esta lengua, sobretodo en lo que se refiere a aprenderse de memoria las declinaciones. Pero, ¿realmente son las declinaciones y la construcción de las frases las "culpables" de este problema? El problema se encuentra realmente en el enfoque de la materia, la dependencia de la sintaxis. El alumno seguramente se preguntará "¿cómo podían hablar los romanos pensando en el cum histórico, las construcciones pasivas o los gerundios (no equivalentes a los nuestros)?
Como cualquier lengua, la mejor manera de aprender latín es ejercitándose con ella. Quomodo discimus Latine? Loquendo, audiendo, scribendo et legendo ("¿Cómo aprendemos latín? Hablando, escuchando, escribiendo y leyendo."). Sobretodo, como cualquier lengua, se aprende leyendo. En otras palabras, si intentas infructuosamente aprenderte las declinaciones, ¡prácticalas con ejercicios! Por ejemplo, Iulius piram emit. Quid emit? Piram emit. Ego malum Iulio do. Quid Iulio do? Malum ei do. También puedes probar escribiendo en latín sobre ti, como hacemos en inglés o francés. Por ejemplo:
Nomen mihi est Marcus. Viginti annos natus sum Romae. Mihi placet legere libros Latine Graeceque. Tusculo autem habito, quod prope Romam invenitur. Historiae in Universitate studeo et magistrum historiae esse velim... etc.
En el ejemplo que acabamos de escribir hemos aprendido y utilizado, sin darnos cuenta, el dativo, el locativo y hasta una oración de relativo (para aquellos que estéis cursando 2º de bachillerato, donde la sintaxis tiene un papel relevante).
¿Verdad que así el latín tiene más vida y es más divertido? ¡Atrévete a sumergirte en la lengua de los romanos!