Les voy a contar brevemente por qué elegí ser profesora de Inglés.

No voy a mentirles. Mi paso por la secundaria no fue de lo más grato. Asistía a un popular colegio de mi ciudad cuyos profesores eran muy estrictos y hacían las mañanas bastantes tediosas. Me encontraba a mí misma con el cuerpo rígido, mirando constantemente el reloj, esperando el recreo o la hora de salida. Necesitaba mucha motivación para poder seguir el hilo de las clases y todo resultaba ser poco interesante.

Me preguntaba constantemente que sucedía conmigo que no podía cumplir con las tareas del colegio, no era capaz de entender los temas que se daban y tampoco podía organizarme entre tanta información y obligaciones que cumplir. Miraba a mi alrededor y deseaba ser como mis compañeras a las que parecía no costarles tanto la secundaria como a mí.

Claro que no todo era malo. Cuando llegaba la hora de Inglés o Francés, cambiaba totalmente mi energía. Para la época, el hecho de trabajar con una canción era totalmente innovador, sobre todo dado el contexto (hablo de diez años atrás en un colegio bastante particular por su método de enseñanza). Me sentía muy a gusto en estas clases, ya no estaba tan rígida como en las clases anteriores y sentía que podía sacar mucho provecho de ellas.

Hoy, siendo docente y compartiendo la mayor parte de mi tiempo con adolescentes y adultos, reflexiono y me pregunto: ¿Qué puedo hacer con aquel alumno que se aburre, que no puede organizar la información, al que le cuesta concentrarse, el que necesita más motivación? No me gustaría que nadie más termine sus estudios pensando en que no es lo “suficientemente bueno”. Me encantaría que todos mis futuros alumnos tengan la convicción de que tienen habilidades, y que todos tenemos tiempos diferentes para aprender.

Esta es la razón principal por la cual elegí ser docente. Es cierto que tengo mucha afinidad con las lenguas extranjeras, pero lo que me mueve es el hecho de ayudar a todos aquellos que son como yo fui alguna vez como alumna. Quiero transmitir mis conocimientos en un ámbito donde todos sientan que pueden aportar, sin sentirse relegados. Y ese es el mayor desafío.

La docencia me dio otra perspectiva. Gracias a ella me di cuenta de que no era una mala alumna, sino que solo era víctima de un sistema educativo que no tenía en cuenta a alumnos como yo.