Mi nombre es Daniela y me gradué en el 2020 como Profesora de Filosofía en la UBA. Desde que conocí la filosofía, en el último año de secundaria, he sentido una gran pasión por la búsqueda del saber y, por ello, decidí estudiar esta carrera.
La pasión por el saber siempre ha estado acompañado por el deseo de compartir con otros, no solo el conocimiento adquirido, sino, también, este gran interé...
Mi nombre es Daniela y me gradué en el 2020 como Profesora de Filosofía en la UBA. Desde que conocí la filosofía, en el último año de secundaria, he sentido una gran pasión por la búsqueda del saber y, por ello, decidí estudiar esta carrera.
La pasión por el saber siempre ha estado acompañado por el deseo de compartir con otros, no solo el conocimiento adquirido, sino, también, este gran interés. Además, desde sus inicios, sobre todo, desde Sócrates, la divulgación del conocimiento es un aspecto fundamental de la misma filosofía. Dicho de otra manera, la divulgación es parte misma del quehacer filosófico, y enseñar es, precisamente, transmitir a otros tanto el propio aprendizaje como la inclinación por este camino que nunca acaba.
Por esa razón, a lo largo de estos años, he estado pensando en distintos modos de compartir el conocimiento y he llegado a la conclusión de que dar clases particulares es uno de esos modos. De hecho, pienso que el trato personalizado siempre da una mejor oportunidad de tener un diálogo más cercano con el alumno y, también, de compartir y divulgar los saberes adquiridos.
Por otra parte, el trato con el otro siempre siempre se presenta como un aprendizaje, no solo para el estudiante, sino, también, para el mismo docente. Dicho de otra manera, la adquisición del saber se da tanto de manera solitaria como en conjunto con otros, y es ahí donde el diálogo juega un papel fundamental. Desde Sócrates, el diálogo ha sido considerado como uno de los métodos por excelencia en la construcción y adquisición del saber.